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Cambio de Portaestandartes 2025: el legado del alma paulina
El gimnasio del Colegio Amada Sofía se llenó de emoción y solemnidad la mañana del jueves 30 de octubre, día en que los estandartes cambiaron de manos. La comunidad educativa —Dirección, docentes, padres, estudiantes y asistentes de la educación— se reunió para presenciar un gesto que va mucho más allá del protocolo: un signo de continuidad, compromiso y amor por el colegio.
Los estudiantes de Cuarto Año Medio, que durante este año representaron con orgullo el espíritu paulino, entregaron los símbolos más sagrados de nuestra comunidad a sus compañeros de Tercer Año Medio. Con ellos traspasaron también el peso de la historia, la fe y la responsabilidad que implica llevar el nombre del Amada Sofía en alto.
La ceremonia comenzó con la solemnidad del Himno Nacional y el izamiento del pabellón patrio. Luego, fue Lucía Jilberto Ponce, en representación de los portaestandartes salientes, quien dio voz a una generación que se despide.
«Sostener los símbolos del colegio parece ser bastante simple —dijo—, sin embargo, es un acto que esconde una gran historia».
Su discurso resonó con la madurez de quien ha comprendido que el honor de portar el estandarte no consiste solo en alzarlo, sino en vivir los valores que encarna: «la fe que asegura, la razón que alumbra, el honor que integra y la gloria que conecta».
Lucía invitó a sus compañeros a sentirse orgullosos del camino recorrido y a quienes reciben el relevo, a buscar «la excelencia no solo en lo perfecto, sino también en aquello que nos hace humanos».
Luego vino el momento más esperado: la entrega de los símbolos.
Raúl Márquez Ríos traspasó el pabellón nacional a María Ignacia Rubio Concha; Valentín Zúñiga Fuentes entregó el estandarte del colegio a Matías Olivero Moya.
Las escoltas, tanto salientes como entrantes, se estrecharon las manos en un gesto que sintetizó el espíritu de la jornada: el relevo de una historia viva.
En nombre de los nuevos portaestandartes, Joaquín González Caroca habló con la humildad de quien asume un legado sagrado:
«Nosotros asumimos con alegría y humildad esta responsabilidad, sabiendo que no solo recibimos un símbolo, sino también una misión».
Y añadió, recordando las palabras de la Escritura: «Todo lo puedo con la fuerza que Dios me da».
Su mensaje fue un llamado a perseverar, a «no cansarse de hacer el bien» y a comprender que este honor no es individual, sino reflejo del esfuerzo compartido de profesores, familias y compañeros.
El cierre estuvo a cargo del Rector, Padre Humberto Palma Orellana, quien, bajo el título Memento mori, pronunció un discurso de profunda hondura espiritual.
Comparó este momento con la antigua costumbre romana en que un esclavo recordaba al general victorioso que también él era mortal. «Recuerden que van a morir», dijo el Rector, no como advertencia triste, sino como exhortación a la humildad y al auténtico vivir.
«No es la muerte lo que un hombre debe temer, sino el no haber comenzado aún a vivir», citó del Cardenal Newman.
Y añadió: «No triunfamos cuando nos aplauden, sino cuando la muerte resuella a nuestra espalda y, aun así, nos mantenemos de pie».
Sus palabras fueron una invitación luminosa a abrazar la vida con fe, movimiento y propósito:
«El estancamiento es para los muertos. Para ustedes, en cambio, la vida».
Entre aplausos y emociones contenidas, los estudiantes de Cuarto Medio se retiraron, dejando tras de sí el eco de una etapa cumplida.
Los nuevos portaestandartes marcharon con los símbolos al frente, llevando consigo la promesa de continuar la obra iniciada, con fe, razón y amor.
Así concluyó la Ceremonia de Cambio de Portaestandartes 2025, testimonio de que el legado del alma paulina no se detiene: solo cambia de manos para seguir avanzando.
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