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Carta del rector a la comunidad educativa

Estimados padres y apoderados, familias del colegio y comunidad en general, los saludo con especial afecto.


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Y en mi calidad de rector, me referiré a dos temas de suma importancia, que desde inicios de año a la fecha me han rondado en la mente y el corazón. Me refiero, por una parte, a los medios, contenidos, modos y formas de la información que circula entre otros; y, por otra, a las normas que nos rigen en la comunidad escolar.

De antemano, agradezco a cada uno de ustedes su atenta y reflexiva lectura, pues si comparto estas ideas lo hago con la honestidad de siempre y en la esperanza de contribuir a una comunidad cimentada en la verdad y sabiduría que se espera de una comunidad educativa.

  1. Información: medios, contenidos, modos y formas.
      1. Hoy vivimos en una sociedad en la que la información veraz, oportuna y constructiva suele lidiar frecuentemente con lo que llamamos fakenews, postverdad, paranoias colectivas, sociedad de la vigilancia (Lipovetsky), enjambre (Byung-Chul Han), panóptico digital, sociedad tribal (Maffesoli), entre otros calificativos. Se trata en verdad de múltiples y meros neologismos para aludir a un nuevo y polimorfo espíritu de la cultura o tendencias que, en lugar de buscar el bien común, discernir la verdad y juzgar los hechos con sabiduría, se solazan en el embuste, las especulaciones y los mitos colectivos que entretienen las bucólicas vidas de algunos ciudadanos.
      2. Quienes, de modo consciente o inconsciente, encarnan dichos estilos de relación social, son indudablemente alentados por las redes sociales, los grupos de WhatsApp y el subjetivismo aberrante. Y transitado por este camino, llegan a suponer que aquello que dicen ver, suponer, creer o consensuar en la masa, es cierto, es la mera y santa verdad. Y llegados a ese punto, en algunos casos no existe evidencia ni argumento alguno que los convenza de lo contrario. Y no me extraña, pues vivimos una época en donde la verdad no importa, sino más bien lo que Yo pienso, Yo digo, Yo siento, Yo opino. Yo y más Yo. Estamos frente al individualismo por antonomasia, por cierto el más corrosivo y estulto que hemos conocido en las últimas décadas. Lo terrible es que nadie está libre de ser alcanzado por este espíritu sensor e inquisidor, que además se asume ilustrado, inteligente, cuerdo, bienintencionado y justo. Más de alguna vez, los dichos de personas que cultivan estas tendencias comienzan por la expresión: «Disculpen, no quiero sonar insensible, impertinente o fuera de lugar, pero yo creo que….». Y de ese Yo creo que, no los mueve ni Dios. Como dije, nadie se libra de esto; ni personas ni instituciones ni comunidades. Es más, he visto caer en estos juegos del Yo soy la verdad y del Escuché por ahí a personas que me parecían cultivar la vieja sabiduría y el sentido común.
      3. Para ilustrar lo que digo, a veces conviene citar algún ejemplo. Reitero, solo para ilustrar. Cuando días atrás falleció una estudiante de nuestro colegio, de inmediato corrieron voces por las calles de Coltauco con la rapidez de un aluvión, diciendo poco menos que la niña había fallecido de algo contagioso, peligroso para los escolares. Y que, por lo tanto, al acogerla en casa y condolernos con la familia, estábamos exponiendo a nuestra población escolar a contagios de no sé qué tipo; que además el colegio guardaba un sospechoso silencio. Sospecha acrecentada, y cuando no para algunos confirmada, por la inusual y repentina decisión de suspender clases el pasado lunes. Otros paladines de la justicia y la verdad dijeron que la niña había fallecido acá, en clases de Educación física, producto de un paro cardíaco; o que la causa de muerte era leucemia, como si alguien pudiese ser diagnosticado y morir por leucemia en cosa de veinticuatro horas. La idea es hablar algo, decir lo que sea por más rocambolesco e inverosímil que suene.
      4. En lo personal, molesta la indolencia y faltas de respeto de la verborrea maldiciente ante hechos como este. En la duda abstente y pregunta, nos dice el sentido común. Entonces, ¿cómo puede alguien suponer que expondríamos la vida de nuestros estudiantes? ¿Y por qué, si el Servicio Médico Legal no objeta el rito funerario de un facellido, debiésemos estar enviando comunicados o hacer esto o aquello? ¿Existía algún fundamento razonable (informe médico, recomendación sanitaria o algo similar) como para ventilar dichas sospechas y comentarios? Pues no. La única explicación es que, como he dicho, también aquí surgieron los Yo creo y los Yo pienso como fundamentos de verdad. Y ojalá pensasen antes de hablar. Pues el mundo sería mejor.
      5. Cuánta razón no tenía y tiene San Pablo cuando escribe en la Segunda Carta a los Tesalonicences diciéndoles que hay algunos que viven desordenadamente, sin trabajar nada, pero metiéndose en todo. A quienes en esta comunidad escolar sufren de esta incontinencia verbal, de esta sed opinológica tan propia de los tiempos actuales, les pido y sugiero prudencia, moderación y sabiduría. Sin ellas, la palabra, tan bella y propia de la nobleza humana, se vuelve instrumento simiesco y ominoso.
      6. Por otra parte, pienso en los muchos y buenos apoderados de este colegio, que también se cansan o desorientan ante la marea de dichos y comentarios, a veces ofensivos hacia la comunidad escolar en su totalidad o hacia individuos en particular, venidos extrañamente de personas que son parte de esta misma comunidad educativa; pienso en ustedes, los muchos y buenos apoderados, y les invito a exigir sus derechos a trabajar y a vivir en paz por mejorar en todo nuestra colectividad. A propósito de esto, recuerdo la intervención del rey Juan Carlos I de España cuando, en la Cumbre de presidentes del 10 de noviembre de 2007, le dijo a Hugo Chávez el famoso «¿¡Por qué no te callas!?». Es esta, de alguna forma, la invitación a no soportar más aquellas voces malintencionadas o disonantes con nuestro proyecto educativo y modos de gestión, que solo buscan socavar los cimientos de las relaciones humanas.
      7. Pensando, también, en esos apoderados que se hastían de supuestas informaciones oficiales en sus grupos de WhatsApp de curso, y velando por la salud mental de todos, es que pedí a los profesores jefes y al vicerrector del colegio que esté en esos grupos para chequear que la información que llega a todos sea veraz y, así, no desinforme, confunda o nos indisponga. Esa fue la finalidad. Pero he aquí que otra vez que, en lugar de preguntar o ver en ello una buena intención, surgió y cundió en algunos apoderados el espíritu paranoico, la sospecha y desconfianza. Y dijeron que no teníamos derecho a pedir tal cosa, que ellos son libres de hacer, decidir y concebir lo que quieran. Y tienen razón en ello, pero solo hasta cierto punto. Por eso, y también porque en lo personal la desinformación y las actitudes y respuestas altaneras de algunos miembros de la comunidad escolar, termina por cansar y desviarnos de nuestras principales ocupaciones, les recuerdo y comunico lo siguiente:
        1. Los canales oficiales de información y comunicación del colegio son los indicados en el artículo 14, Título III del RICE (página 16 en la versión vigente) a saber: sitio web www.casg.cl y redes sociales asociadas a este. Se declara allí, además, que tiene carácter oficial el número de WhatsApp empresa +56 72 245 1724. Esto significa que, en la actualidad, ningún grupo de curso o de estamento es oficial, pues no tiene el reconocimiento institucional. Y esto, aunque en ese grupo WhatsApp esté el profesor o profesora jefe. Y menos aún si quien escribe o comenta lo hace arrogándose autoridad o ascendencia sobre sus pares.
        2. Por otra parte, es cierto que este rector ni nadie les puede prohibir el uso de las redes sociales que deseen implementar y con los fines que quieran. Son libres de hacerlo. Pero ningún miembro de la comunidad tiene el derecho de denostar el nombre del colegio, desinformar o instigar al odio. Existe un reglamento interno cuyas normas nos rigen a todos. Pero antes que las leyes y normas, existe una ética y una moral que nos orienta en el proceder. Aun así, cuando eso no basta, les debo recordar que existe legislación que protege nuestros derechos ciudadanos.  
        3. Entonces, a fin de evitar este tipo de acciones o dichos tendenciosos, pronto daré a conocer un nuevo protocolo de información y comunicación oficial en nuestra comunidad educativa. Ahora bien, considerando que a la gran mayoría de ustedes les es más rápido y simple recibir y dar información a través de la plataforma WhatsApp, este protocolo contempla la creación de un grupo oficial para cada curso y estamento. Para ello usaremos un nuevo número celular que daremos a conocer en ese mismo protocolo. Por lo tanto, solo y todo lo que se informe, pregunte, responda y/o comente en ese grupo tendrá carácter oficial. Otros grupos, en los cuales no tenemos injerencia alguna, no son ni serán oficiales y, entonces, todo lo que allí se diga puede ser puesto en duda. Recomendaremos a los apoderados darse de baja o no vincularse a esos grupos extraoficiales que queden abiertos luego de la creación de los grupos oficiales. Sin embargo, no les podemos prohibir que los mantengan. Eso sí, como miembros de esta comunidad, recuerden que a todos nos rige, por ejemplo, la Ley Karin. Por lo tanto, si alguien incurre en faltas o delitos en esas redes sociales extraoficiales, deberá responder a título personal. El colegio no reconocerá su responsabilidad respecto de la información o comentarios vertidos en ellas. Al revés, si es necesario, tomaremos parte en las eventuales denuncias. Y, por otra parte, recuerden los apoderados que nuestro RICE considera una falta gravísima cualquier calumnia, difamación o injuria en contra de cualquier miembro de la comunidad (RICE 2024, p. 43).
        4. Se entiende que si un apoderado no desea integrase al grupo WhatsApp oficial de su curso, es libre de no hacerlo. Pero en tal caso, no recibiría por ese medio oficial las informaciones que el profesor o profesora jefe dé a sus apoderados. Y lo mismo vale para quienes no revisan los reglamentos en nuestro sitio web. Son libres de no hacerlo, pero no libres de la responsabilidad que tienen de conocerlos. Y así lo declaran y firman cada año en la renovación de matrícula.
  1. Normas en la Comunidad escolar
    1. También sobre estas materias existe un contexto social desfavorable. Se llama tendencia a la anomia. En otras palabras, la inclinación a despreciar los reglamentos, protocolos y normas. Para muestra un botón: hace poco un apoderado nos dijo «No me interesan sus protocolos y no los pienso leer». Y, sin embargo, para mi sorpresa ese mismo apoderado exige que, como se suele decir, el colegio Haga algo en relación a un tema que le preocupaba. Pues bien, lo que el colegio hace, debe y puede, es justamente lo que está consignado allí, en sus reglamentos y protocolos. Por lo tanto, es un contrasentido, pedir acción y, al mismo tiempo, despreciar los modos de actuar. Nadie está por sobre la ley. Al menos aquí trabajamos para que ninguno lo esté. Otra cosa muy distinta es si lo que manda la norma me gusta o no, coincide o no con mi voluntad, valores, criterios o visión de mundo.
    2. Por otra parte, también nos encontramos en ocasiones con miembros de esta comunidad que piensan que el Derecho comienza solo con ellos y de la forma en la que ellos desean. Entonces, no cumplen con ninguna de sus obligaciones. No asisten, por ejemplo, a reuniones de curso, a escuelas de padres, se restan de actividades institucionales y no colaboran en nada con la comunidad educativa. Pero cuando algo les ocurre exigen atención y soluciones inmediatas, faltando al debido respeto y derechos de profesores y funcionarios. No somos esclavos de ustedes ni de nadie. Tenemos derecho a que se resguarde nuestro horario de atención y a ser tratados por nuestro nombre y cargo. Y, ante todo, a que se nos considere en nuestra identidad profesional. Algunos piensan, por ejemplo, que por el solo hecho de mostrarnos una recomendación médica, uno debiese bajar la cabeza y obedecer. Pues no. Un médico, sicólogo, sicopedagogo, terapeuta u otro profesional, podrá ser muy competente en lo suyo. Pero en lo suyo.
    3. En otros escenarios, difíciles y dolorosos por supuesto, algunas personas olvidan que hoy vivimos en sociedades complejas, con personas cada vez más complejas, con condiciones físicas o psíquicas, que a veces nos pueden agotar. Es cierto. Pero la tendencia mundial es a la inclusión, y ya no a «botar del cajón las manzanas podridas». Ese olvido, en lugar de ayudar en la toma de decisiones, y hablamos de ayuda real y efectiva, les lleva a estigmatizar a estudiantes o a otros miembros de la comunidad, a denigrar o a ventilar situaciones críticas desde un punto de vista conductual, familiar o cognitivo, como si fuesen monstruos a los que se les debiese relegar en un sótano. Nadie está por encima de la ley. Sea que nos guste o nos desagrade, hoy existen leyes que nos protegen de la discriminación arbitraria, del maltrato, del abuso, de la difamación, del acoso, de la exposición de la intimidad, de la estigmatización y de la violencia. Pero nada nos protege de la cacería de brujas, de afirmaciones infundadas o no plenamente ciertas, de mentiras sazonadas de verdad, de acusaciones gratuitas o de presiones colectivas faltas de Derecho, justicia y sentido común.
    4. Como bien lo saben ustedes, las buenas decisiones deben fundarse en información objetiva, ponderada, contextualizada y discernida. La razón o la verdad no la tiene quien grita más, quien amenaza más, quien agita más las aguas o crea más tensión, sino quien la busca con amor y la discierne con sabiduría. Acá, cuando tomamos decisiones, lo hacemos, en primer lugar, fruto de información real, verificable, objetiva, venida de fuentes diversas. Y, en segundo lugar, buscando el bien común y afanándonos para ofrecer oportunidades de mejora y crecimiento a todos. Sé que existen personas que, a veces, en situaciones de estrés, les gustaría tomar la justicia en sus manos, agredir, expulsar o marginar. Pero no es esa la forma de proceder. El buen camino comienza en la información, transita a través del Derecho y termina en el bien de la persona. Y cuando aquí hablamos de Derecho no nos referimos al que una persona o un grupo de individuos le gustaría imponer, sino a ese Derecho que va de la mano de la ética, comulga con la empatía  y dialoga con la virtud de la justicia.
    5. No digo que todo aquí sea perfecto, de ninguna manera, sino solo que no deseo una cultura selvática, de reacciones viscerales u oposicionistas. Lo que deseo y deseamos es una comunidad escolar. Y para eso es necesario el compromiso real y efectivo, es decir, ese no que se limita a dar consejos desde un supuesto pedestal de inteligencia superior, sino el compromiso que nos lleva a aportar recursos humanos, la vida propia y recursos materiales como tiempo, experiencia e incluso dinero. Hace poco una apoderada dijo a otra: «¡Hasta cuándo das tanto por este colegio!». A lo que la apoderada aludida, que ama con amor real y efectivo, respondió sabiamente: «Es mi vida y mi tiempo, no la tuya». Imagínense si yo los hubiese mirado a ustedes con semejante desdén cuando suplicaban por la continuidad del colegio, y en lugar de colaboración real y efectiva, hubiese dicho al obispo algo semejante: «¡Hasta cuándo hacemos tanto por esta gente!». Ustedes no estarían hoy aquí, y lo saben muy bien. No obstante, si alguien no cree en nosotros, desconfía, habla mal de su colegio o piensa que hay otro mejor a la vuelta de la esquina, vaya y pruebe. Pues no entiendo cómo una persona que dice estar en medio de lo peor, sigue estándolo. Habría que ser masoquista o cínico, ¿cierto? Pero si desean quedarse, háganlo de corazón y con compromiso real y efectivo, tal y como les dije. No con la boca, que eso cualquiera lo hace, sino con las manos y el alma. Y lo primero que debiesen hacer, entonces, es conocer bien nuestro proyecto educativo, empaparse de sus valores, sellos y cultura y, de igual manera, nuestros reglamentos y normas, y junto con ello participar en todo cuanto promueva el Centro de padres, los equipos directivos, el profesorado o los estudiantes, asistir a reuniones, cooperar materialmente con nuestros proyectos, involucrase en la búsqueda conjunta de soluciones antes que dedicarse a reclamar y reclamar. Mientras ustedes invierten tiempo en eso, yo lo hago pensando en las mejoras. Y hasta ahora, parece que me ha dado resultado.
  1. Los invito, finalmente, a ser una comunidad de apoderados que amen su colegio, que lo defiendan de voces tendenciosas, incluso si esas voces viniesen de profesores o funcionarios, pues de todo hay en la viña del Señor, y sumen fuerzas y entusiasmo para ayudarme a engrandecer más este proyecto educativo. No me den ideas, primero necesito sus manos y el corazón. Y si me dan ideas, ojalá vengan acompañadas con un compromiso que diga: «Aquí estamos, rector. Este es nuestro colegio y no permitiremos que nada ni nadie nos lo arrebate de las manos».

Atte. en Cristo,

p. Humberto Palma Orellana

    Rector CASG

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